Un año después, Kevin Durant vuelve a hundir a Cleveland en el ‘Game 3’
Como si no hubiera pasado el tiempo. La imagen de 2017, con Kevin Durant destrozando las esperanzas de los Cavaliers en el tercer partido de aquellas Finales, ha regresado esta noche a Cleveland. Mismo lugar, el Quicken Loans Arena. Mismo partido, el Game 3. Y mismo punto de la pista, en el mismo instante del duelo, esto es el último minuto del último cuarto. Claro que hay matices entre 2017 y 2018, pero lo que es indiscutible es que hoy, como entonces, KD ha destrozado a Cleveland. Lo ha vuelto a hacer, con un triple a falta de 50 segundos, como en 2017, para poner el 100-106 en el electrónico y darle el 3-0 a los Warriors (102-110)
El mejor Durant posible
El hombre que no había asomado tanto en los dos primeros duelos de estas Finales, en el sentido de realizar una labor sensacional pero por alguna razón menos vistosa, quería todos los focos para él en Ohio, en la casa del rival. Y los quería porque los iba a acaparar. No decepcionó. Suyos fueron los 43 puntos, en 43 minutos, que primero mantuvieron a Golden State cuando peor pintaban las cosas y que luego le catapultaron hacia el 3-0 que suena a definitivo. Nadie en la historia de la NBA ha superado en las Finales algo así. No parece que lo vayan a hacer los Cavaliers, a pesar de LeBron James, 10º triple-doble en las Finales y que superó a Michael Jordan como el jugador con más partidos en la historia de los playoffs de 30 o más tantos (110). Insuficiente.
Comienzo arrollador de Cleveland
No le quedaba otra al plantel de Tyronn Lue que arrancar la velada a muerte, jugar con el impulso de ser local y hacer daño por ahí a los Warriors. Lo rentabilizó bien y un 14-4 de salida, acción espectacular de James incluida, obligó a Steve Kerr a parar el choque. Por entonces, Draymond Green y Tristan Thompson ya andaban a las suyas, Curry se cargaba pronto de faltas y J.R. Smith parecía que tenía el día. Pero estaba ya Durant revoloteando por ahí y dando aire a Golden State, con JaVale McGee de intendente. Luego Andre Iguodala, que reaparecía de su lesión, se sumó a la causa en la segunda mitad. Al final del primer cuarto, esos Cavaliers orgullosos y arrolladores, que habían tenido una ventaja de hasta 11 puntos, solo vencían por uno (29-28).
El efecto Hood
Lo dijo Lue, que lo recuperarían a ver qué salía. Y Rodney Hood respondió con un buen partido, con buenos movimientos y buenas canastas. Él, o un Kevin Love que al descanso firmaba 15 puntos y 10 rebotes, eran la esperanza de la afición de Cleveland, además de eterno, pero no imperturbable LeBron, quien dio por momentos signos de fatiga. Durant, 24 puntos al descanso y un gran triple para cerrar la mitad, dejaba vivos a los Warriors y a las puertas del tercer cuarto (58-52).
Tercer cuarto, como siempre
Su periodo preferido, ese en el que más daño hacen los Warriors. Esta vez no fue una excepción. Un parcial de 6-17 de salida les situó arriba (64-69). Esto no había hecho más que empezar, partido y vida nueva, pero una realidad: los más valerosos, concentrados y ciertamente efectivos Cavaliers eran incapaces de contener a los Warriors. Durant seguía a lo suyo, por encima del 65 por ciento de acierto en tiros de campo. Una gloria para los californianos, antesala de la gloria colectiva que está cerca de volver a llegar en forma de anillo, el tercero en cuatro años. Un electrónico de 23-31 permitía a los Warriors entrar en los últimos 12 minutos por delante (81-83).
Y Durant lo vuelve a hacer
Para Cleveland tuvo que ser frustrante todo, porque si algo se ha demostrado es que por mucho que hagan bien, y este jueves hubo unas cuantas cosas, seguramente caigan y caigan ante los Warriors. El mérito suyo fue no entregarse, estar en el partido hasta ese último minuto, cuando Durant puso el 100-106. Un poco antes, 5 puntos seguidos de Curry, incluido un triple, habían abierto un poco el agujero. Los Cavaliers estuvieron de pie en ese intercambio de canastas hasta que Curry, 0/9 en triples en ese momento, pero acertado en el más letal, ponía el 97-101. James, en un último servicio, colocó el 100-101. Iguodala el 100-103 y luego Durant, ya saben. Y fue imposible para Cleveland. Y además es imposible.
El viernes, cuarto y ¿último? partido de las Finales. En Cleveland, que peleará por no ser barrido, por no cerrar todo esto con un 4-0 que, al menos por la entrega mostrada, sería algo injusto. Pero a poco más parece que pueda aspirar este grupo. Ni entregándose con todo dan más de sí. El tren pasó seguramente en el Game 1 y LeBron lo sabía. “Fue una de las derrotas más duras de mi carrera”. Luego llegaron Curry un día, Durant otro, y la lógica se impuso, se impone y presumiblemente se impondrá. Quizá no el viernes, pero salvo hecatombe universal, los Warriors volverán a ser campeones de la NBA. Y sí, lo merecen. Sin discusión. Y sin matices.