México defiende su política migratoria tras detener a casi 400 centroamericanos de camino a EE UU
Al Hecho. | El Gobierno mexicano ha defendido este martes su política de contención frente al fenómeno migratorio, tras la detención de 371 centroamericanos que se dirigían hacia Estados Unidos. El episodio confirma el endurecimiento de la postura de la Administración y el giro respecto a la política de puertas abiertasanunciada a principios de año. Pese a las críticas de ciertas organizaciones de la sociedad civil, el Ejecutivo del presidente Andrés Manuel López Obrador ha insistido en la necesidad de «regular» el flujo creciente de personas que atraviesa el país hacia el vecino del norte -unos 300.000 en los últimos tres meses, según datos oficiales-. «No queremos que tengan libre paso, no solo por cuestiones legales, sino por cuestiones de seguridad», ha dicho esta mañana en rueda de prensa el presidente.
La operación provocó momentos de tensión. Algunos migrantes han denunciado agresiones por parte de las fuerzas de seguridad, mientras que las autoridades han defendido su actuación y culpado a grupos de centroamericanos de ser ellos los agresores. «Sí hubo por un grupo de estas personas agresión con piedras y por eso se solicitó el apoyo de más personal de la Policía», ha dicho este martes el comisionado del INM, Tonatiuh Guillén, quien ha buscado quitar hierro al episodio, al defender el carácter cotidiano de este tipo de operaciones. «Lo hacemos todos los días. Son iniciativas de control migratorio».
Pese al discurso de normalidad, esta detención masiva es la prueba más contundente hasta ahora del cambio de postura del Ejecutivo en la materia. En enero, las autoridades empezaron a conceder a los recién llegados visados humanitarios, un permiso renovable de un año que permitía a los migrantes trabajar en cualquier parte del país y acceder a los servicios sociales. La medida fue celebrada por las ONG como un avance respecto a la política de mano dura enarbolada por el Gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto para contener las caravanas en octubre pasado.
Sin embargo, la creciente presión del Gobierno de EE UU sobre México y la reciente amenaza de Donald Trump de cerrar la frontera si no se reduce el flujo migratorio, han obligado a un giro. La secretaria de Gobernación [ministra del Interior], Olga Sánchez Cordero, anunció a finales de marzo un «plan de contención» ante la escalada en el número de llegadas. Además, anunció que se limitaría la emisión de visas humanitarios, dando prioridad a las mujeres, los niños y las personas mayores de 65 años. En vez de las visas, el Gobierno ahora busca impulsar la llamada «tarjeta de visitante regional», mucho más restringida: limita la movilidad de los migrantes a cuatro Estados del sur de México y les aleja, por tanto, de su objetivo de cruzar la frontera a EE UU.
La nueva política ha convertido al sur del país en un contenedor y desbordado la infraestructura de acogida. «Preferimos atender a la población de Centroamérica en el sur y sureste», ha defendido este martes López Obrador. Ramón Verdugo, miembro de la ONG Todo por Ellos, denuncia la lentitud de los procedimientos y la «cerrajón» del Gobierno federal. «Argumentan que las oficinas regularizarán los trámites, aunque después les niegan la atención o les detienen y les deportan», asegura el activista.
Hay más de 5.000 migrantes retenidos en instalaciones del INM en el Estado de Chiapas, según cifras del propio Instituto, a la espera de que se tramiten los permisos. La Comisión Nacional de Derechos Humanos ha denunciado las condiciones de «hacinamiento» en que se encuentran y pedido que se garantice «una estancia digna». «Los centros están desbordados y son insalubres; los migrantes no están recibiendo el apoyo médico y de alimento necesario», coincide Ramón Verdugo.
En el frente diplomático, México intenta limar asperezas con EE UU. Tras subrayar la importancia de las relaciones bilaterales, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, ha anunciado este martes una visita a Washington a principios de mayo, donde se tratará el tema migratorio. Más allá del plan de contención que está poniendo en práctica México, López Obrador ha insistido en la necesidad de invertir en la región centroamericana y el apoyo de EE UU es una pieza clave de esa estrategia: «El planteamiento de fondo que estamos haciendo al Gobierno de Estados Unidos es que con urgencia se apoye el desarrollo en los países hermanos de Centroamérica», ha declarado.