México admite que el acuerdo migratorio con EE UU no es definitivo y le permite ganar tiempo ante Trump
Al Hecho. | A medida que se conocen más detalles del acuerdo sobre migración alcanzado el pasado viernes entre el Gobierno de México y el de Estados Unidos, se consolida la idea de que ni mucho menos es un pacto definitivo, sino más bien un balón de oxígeno para México, que gana tiempo y evita la imposición de aranceles de forma inmediata. No solo porque las amenazas de Trump no han cesado desde que se firmase el documento, sino porque los compromisos adquiridos por el Gobierno de López Obrador no van a depender exclusivamente de México.
El canciller mexicano detalló que si las medidas adoptadas no surten efecto, en 90 días volverán a sentarse a hablar para ver qué otras adicionales se deben acometer. Por ello, Ebrard explicó que dentro de 45 días, mes y medio, se tendrá que evaluar por primera vez si las medidas han tenido éxito, lo que se antoja una carrera contra el reloj para México.
El tiempo apremia para el Gobierno de López Obrador, porque la solución no depende solo de México. La cancillería mexicana se dispone a entablar conversaciones con los Ejecutivos de Guatemala, El Salvador y Honduras, así como con organizaciones de migrantes en estos países centroamericanos y también en México, para que entre todos puedan frenar el flujo de migrantes. Conseguirlo en tan poco tiempo, cuando nunca antes se ha logrado, es lo que para muchos resulta una quimera.
México, no obstante, sigue vendiendo como un triunfo lo que se presupone que no es más que un balón de oxígeno. El propio Ebrard, durante su explicación del acuerdo, admitió que la negociación de la semana pasada ha sido el momento más crítico para el Gobierno de López Obrador en su primer medio año. “La negociación fue muy difícil, de muchas horas y muy tensa; en esencia lo que ocurrió es que la relación comercial y la económica se subordinó al tema migratorio. Eso no había ocurrido”, argumentó Ebrard.
El objetivo de México fue separar los retos en materia de migración de los comerciales, de ahí que se vea como un logro el pacto. Sobre el arancel del 5% que Estados Unidos quería imponer a los productos mexicanos, Ebrard aseguró: “Se ha alejado el peligro”. El canciller admitió que la medida podía haber puesto en peligro el tratado de libre comercio adoptado con Estados Unidos y Canadá, pendiente de aprobación en los Congresos de los distintos países. Además, Ebrard detalló que, según los cálculos del Gobierno de México, el IVA se podría incrementar de golpe en un 10%, se perderían 1,2 millones de empleos y el Productor Interno Bruto (PIB) caería al menos un punto. El propio López Obrador, en el acto en defensa de la soberanía que había convocado el sábado en Tijuana, admitió que de no haberse firmado un acuerdo, la sombra de una crisis económica se hubiese instalado sobre México.
Disipada esa amenaza, lo que no consigue México es espantar las amenazas e insinuaciones de Trump contra su vecino del sur. Este mismo lunes, el inquilino de la Casa Blanca, a través de un nuevo tuit, volvió a abonar la idea de que lo pactado con México va más allá del despliegue militar en la frontera o la recepción de 8.000 solicitantes de asilo ahora en suelo estadounidense, otro de los acuerdos que se han conocido en las últimas horas. “Hemos firmado y registrado otra parte muy importante del acuerdo de seguridad e inmigración con México, una que Estados Unidos ha estado pidiendo durante muchos años. Se hará público en un futuro no muy lejano y requerirá el voto del poder legislativo mexicano”, escribió en su cuenta de Twitter. Si el Parlamento no lo bendice, añadió, “volverán los aranceles”. La crisis no está resuelta.