“Europa no debe caer a los pies de Estados Unidos por Venezuela”
Al Hecho, Santo Domingo. | El ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Jorge Arreaza (Caracas, 1973), transmite una sensación de tranquilidad que contrasta con la intensidad con la que se han vivido las últimas semanas en el país. Arreaza recibe a EL PAÍS a última hora de la tarde del viernes en una sala de reuniones de la Cancillería que preside un busto de Hugo Chávez, regalo del presidente ruso, Vladímir Putin. Acaba de regresar de la plaza de Bolívar, en el centro de Caracas, donde el chavismo ha impulsado una recogida de firmas contra la injerencia del Gobierno de Donald Trump que denuncian. “Nos juzgan, nos condenan, nos sentencian sin siquiera habernos escuchado”, asegura el jefe de la diplomacia del Gobierno de Nicolás Maduro, quien antes de acudir a la plaza se reunió con algunos de los representantes de Estados Unidos que permanecen en Venezuela. Y asegura que se sentarán a hablar con quien haga falta: “De hecho, ha habido contactos de los que no se sabe”, afirma.
Pregunta. ¿Qué tipo de contactos?
Respuesta. Al nivel más alto que se puede, después de muchos intentos. Parece mentira que se haya logrado en esta coyuntura. Y estableceremos más y estaremos siempre presentes para que sean fructíferos y haya respeto entre las partes.
P. ¿Qué tiene que pasar para que ocurra un acercamiento al grupo de contacto?
R. El presidente Maduro ha sido muy flexible con la Unión Europea. Yo estuve hace poco menos de un año en conversaciones con Federica Mogherini [jefa de la diplomacia europea] y le dije al presidente que estaba convencido de que la UE había coincidido con la posición de EE UU y era parte del plan para generar una crisis en Venezuela. La señora Mogherini nos repitió el mismo plan que está plasmado en la propuesta del grupo de contacto. Es como una especie de palabra inamovible, que obedece a una sola versión de los hechos. Hemos tenido reuniones con los representantes de las embajadas, yo le solicité a la alta comisionada una reunión hace una semana, en el momento patético del ultimátum, pero no obtuvimos respuesta. Los intentos, de momento, han sido poco fructuosos, pero hemos mantenido relación con un grupo de embajadores y con una institucionalidad que no te reconoce, porque tenemos la certeza de que Europa debe desmarcarse de la posición de Estados Unidos y ayudar a una solución pacífica.
P. ¿Existen líneas rojas?
R. Para acercarnos y comunicarnos nunca hemos puesto líneas rojas.
P. Usted habla de una palabra inamovible, pero da la impresión de que por su parte también hay cosas inamovibles. ¿La elección presidencial es una línea roja?
R. La línea roja es la Constitución, pero no es una línea roja, es lo más elemental. Nosotros no podemos llamar a violar la Constitución. Eso es lo que hizo la Unión Europea con las elecciones del pasado mayo, para que no se respetaran.
P. Pero en un proceso de diálogo siempre hay líneas rojas que otra parte no va cruzar. ¿Estaría entre esas aceptar una elección presidencial?
R. Creo que estamos hablando un castellano que difiere. ¿Cómo pedirle a un Gobierno que por imposiciones del exterior viole su Constitución?
P. De los tres grupos internacionales que buscan una salida, dos parece que tienen pocas opciones de prosperar porque una de las dos partes no los aceptará. ¿Ve a la UE como un facilitador clave en la crisis?
R. Es difícil ver a la UE como facilitador si algunos de sus miembros se han parcializado. Ahora, ante la locura de la UE, liderada por Pedro Sánchez, pareciera que lo que quiera es lavarse la cara. Que vayan a países de África o a Haití, a pocas millas de Estados Unidos, donde sí hay crisis humanitaria. Europa no puede caer a los pies de Estados Unidos.
P. ¿Está Venezuela en condiciones de no recibir ayuda humanitaria o estarían dispuesta a recibirla de organismos internacionales?
R. El presidente dijo a los embajadores europeos que si quieren colaborar que desbloqueen ustedes 1.600 millones de Euroclear, que tiene sede en Bruselas. O que nos den créditos, que lo vamos a pagar con intereses, para compensar el bloqueo de Estados Unidos. Eso es lo que pensaría uno de la Unión Europea, que surja un Jean Monnet y su espíritu y todo lo que surgió después de la Segunda Guerra Mundial contra el fascismo y las imposiciones. Nosotros tranquilamente podemos pagar por lo que necesitamos.
P. ¿Afirma que en Venezuela no hay una crisis de escasez de alimentos y medicinas?
R. Cómo no puede haber carencias en algunos productos si tenemos un bloqueo. Los costos de este año de las sanciones superan, con la eventual confiscación de Citgo, los 30.000 millones de dólares. Evidentemente tiene que haber algunas limitaciones. La UE, el Gobierno español, la ONU, deberían hacer lo que hicieron en Cuba después de casi 60 años: pedir el fin del bloqueo. La hiperinflación puede tener un componente de un 25% de responsabilidad del Gobierno venezolano, pero el 75% es inducida por un tipo de cambio que ponen en unas páginas web.
P. Siempre hablan del enemigo externo, de la guerra económica, pero ¿qué han hecho mal ustedes, qué concesiones están dispuestos a dar?
R. Las concesiones las tienen que hacer de afuera. Nosotros estamos dispuestos a recibir la ayuda al desarrollo de la ONU, a que nos permitan tener acceso a los créditos internacionales con flexibilidades de pago. Pero no hay la mínima oferta.
P. Con concesiones también aludimos a la gestión, a si admiten errores.
R. Somos un Gobierno de seres humanos y seguro que errores cometemos muchos, pero yo les puedo asegurar que, si nuestra economía no estuviese bloqueada, si no se boicotearan sus instituciones, la situación sería ostensiblemente mejor. Si sentáramos a Joseph Stiglitz, o a [Yanis] Varoufakis, dirían que aquí no pueden hacer nada, porque las leyes de la economía en una situación tan perturbada como la venezolana no son posibles.
P. Han denunciado la injerencia de Estados Unidos, de la Unión Europea, de países de América Latina…. ¿Qué papel tiene Cuba en el Gobierno venezolano?
R. Eso es hasta ofensivo para los cubanos. Lo que ha hecho Cuba es que cuando los médicos venezolanos no se atrevían a irse a los barrios y a los caseríos y a la selva, vinieron los médicos cubanos y lo hicieron. Cuando teníamos carencias en cuanto a las terapias físicas, vinieron los cubanos y lo hicieron. Esa ha sido la ayuda cubana. Aquí viven un poco más de 8.000, 9.000 cubanos que están en los barrios ayudando a la gente, son médicos, profesores.
P. Hay un descontento entre sus propios votantes. ¿Les preocupa?
R. Es la estrategia desde hace tres años, golpear la economía para incluso perjudicar la eficiencia de las políticas de redistribución de la renta en el pueblo y que en consecuencia el pueblo vaya generando rechazo. ¿Han tenido algún efecto? Seguramente. Pero siguen siendo inútiles a la hora de contar quién es mayoría en el país. Es una expresión permanente y he sentido en la calle desde hace un año que se están recohesionando las fuerzas chavistas.
P. ¿Qué opina del goteo de deserciones de oficiales, funcionarios o diplomáticos?
R. En 2002 vivimos un goteo de generales, ahí sí hubo una situación militar importante. Ahora creo que hay un general activo [que ha desertado]. A los diplomáticos de afuera los llaman y los ofrecen la green card, un empleo permanente, acceso a la vivienda para que se pronuncien a favor de este Gobierno de Narnia, un Gobierno imaginario.
P. Además de la cúpula militar, tienen bajo su control a las fuerzas parapoliciales, colectivos, el FAES [Fuerzas de Acciones Especiales]…
R. No sé bien a qué se refieren. En 2017 cuando quemaron a 29 venezolanos, de sexo masculino y piel oscura, en los barrios de Caracas las madres dijeron: “Vayan a vengar la muerte de esos muchachos”. Tuvimos que desplegarnos por los barrios de Caracas, Maracaibo, Valencia para hablar con los grupos que ustedes llaman colectivos. Si no fuera por el control de la revolución, aquí esa lucha se hubiese expresado a través de una guerra civil y no se ha expresado ni se expresará ni siquiera con una guerra civil inducida desde el exterior