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El drama migratorio calienta el primer debate de los candidatos demócratas

Al Hecho. | La imagen del salvadoreño Óscar Martínez junto a su hija Valeria, de casi dos años, metida dentro de su camiseta, pasando el brazo por la cabeza del padre, muertos ambos, boca abajo, en el río Bravo, sacudió esta noche el primer debate de los precandidatos demócratas para las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos. La discusión sobre el acceso a la sanidad y la economía sirvió para marcar las tonalidades ideológicas de los 10 aspirantes que se batían, unos más escorados a la izquierda que otros. Pero fue la ola de familias sin papeles que huyen de la miseria y la violencia de Centroamérica, plasmada en esa foto, lo que provocó el momento más tenso, e intenso, de la velada.

El de la noche de este miércoles fue el primero de dos debates consecutivos en los que se verán las caras una veintena de los aspirantes (otros cuatro de los que se presentan no cumplieron los requisitos para participar), separados en dos grupos de 10. Los demócratas escogieron para la cita Miami, una ciudad rabiosamente demócrata en las últimas elecciones y con 70% de población hispana. Se habló mucho español esta noche -lo hicieron tres de los candidatos y uno de los moderadores- y, sobre todo, se pudieron observar los contrastes entre políticos que, en lo esencial, están bastante de acuerdo. Fuera, republicanos con carteles de “No socialismo”, recordaban el rival a batir: Donald Trump.

Si la cosa va de señalar ganadores, es fácil señalar a la senadora de Massachusetts Elizabeth Warren, uno de los grandes referentes del ala izquierda del partido, y la favorita de ese bloque en los sondeos. A Warren se la conoce en esta campaña como la candidata que más planes concretos tiene y su discurso acaparó el protagonismo de todo el bloque económico.

Pero si se trata de la revelación de la noche, el hombre al que hay que mirar es Julián Castro. “Ver la imagen de Óscar y su hija Valeria rompe el corazón. Pero también debería cabrearnos”, manifestó emocionado el único hispano de los 24 aspirantes a la candidatura demócrata. El exsecretario de Vivienda de la Administración de Obama y exalcalde de San Antonio (Texas), que había pasado sin pena ni gloria por la campaña, destacó como el precandidato más rotundo y que más preparado tiene el asunto migratorio.

Castro reclamó la descriminalización de la inmigración irregular y atacó a su rival texano Beto O’Rouke, una de las estrellas fulgurantes de las elecciones legislativas de noviembre, pese a que fracasó en la carrera a Senado.“Si hicieras tus deberes en este tema…”, le llegó a decir. O’Rourke rechazó cambiar la ley sobre el delito, lo consideró un error -y uno de los elementos que usará Trump para decir que los demócratas quieren fronteras abiertas para todos-. En este capítulo también tuvo protagonismo Cory Booker, senador de Nueva Jersey, que apoyó a O’Rourke y abogó por la ciudadanía de los dreamers (soñadores), los jóvenes migrantes que llegaron a Estados Unidos siendo niños y han crecido en el país. Soterrada, los tres libraron también la batalla por el voto latino, hablando español en algún momento de su intervención, algo que también hizo el moderador de Telemundo, José Díaz-Balart.

El drama migratorio no nació con Donald Trump. Y el fenómeno de niños solos llegados de Centroamérica dejó huella en la presidencia de Barack Obama, pero la política de mano dura que impone el republicano y su discurso a menudo racista contra los sin papeles dispara el estupor cuando aparece una fotografía como la de esta semana, o una grabación de un menor preguntando por su madre, como el pasado verano. Los demócratas coincidieron en atacar a Trump como responsable de la crueldad en la frontera, pero exhibieron diferencias sobre cómo resolverlo.

Es similar a lo que ocurre con las desigualdades económicas o la cobertura sanitaria, uno de los grandes problemas de este país. «Cuando tienes una economía a la que le va muy bien para aquellos que tienen dinero, pero no tan bien para los demás, eso es corrupción pura y simple», arrancó Warren. La senadora y el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, se mostraron partidario de abolir el sistema de seguros privados en conjunto para sustituirlo por un modelo de financiación 100% gubernamental, algo que inquieta a otro como O’Rouke, o la senadora de Minnesota, Amy Klobuchar. «La sanidad es un derecho humano y yo lucharé por ese derecho humano», recalcó Warren.

Giro a la izquierda en economía

La senadora también propone trocear algunas de las grandes compañías tecnológicas como Facebook, Amazon y Google para evitar los en monopolios de facto. Booker, que anteriormente criticó dar nombres concretos, no replicó la propuesta cuando le preguntaron por ello esta noche. O’Rouke, por su parte, defendió gravar más a las empresas, pero rehusó pronunciarse sobre un impuesto de hasta el 70% para rentas muy altas, de más de 10 millones al año, como sí defienden los más izquierdistas. La conversación mostró los matices, pero confirmó sobre todo el giro progresista en materia económica que el partido demócrata ha protagonizado en los últimos años.

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