Con ustedes, la Historia: Portland se lleva el duelo interminable de las cuatro prórrogas
Al Hecho. | ¿Por dónde empezar el partido que nunca acababa? Lo haremos por el final, la mejor forma de resumir una velada histórica en Portland. Ganaron los Blazers (140-137) después de cuatro legendarias prórrogas, cuatro tiempos extra agónicos donde casi en cada segundo pudo ganar cualquiera. La balanza se decantó del lado de los locales, el Moda Center ya casi de madrugada, amanecía en España. Esto es la NBA, estos son los playoffs.
Decíamos que íbamos a empezar por el final a riesgo de dejarnos detalles de una batalla épica, de otro tiempo, con más de tres horas y media de partido. El final fue lo que fue, dos equipos ahogados que buscaban la última vía de aire. Rodney Hood no estaba llamado a ser el héroe de la noche, pero es que en una cuarta prórroga esto se trataba de quien tuviera más energía. O más bien, de quien tuviera energía. Hood la portaba. Un triple suyo ponía el 138-136 a falta de una posesión. En situaciones normales, cualquier mortal habría dicho que eso era medio duelo, pero es que este choque no fue ni medio normal.
Denver disponía así de una posesión lustrosa para tratar de poner la quinta prórroga, o de ganar directamente. Todo recayó en Nikola Jokic, desde hacía tiempo ya agotado, destrozado físicamente. The Joker solo llevaba 2 puntos en todas las prórrogas jugadas en la inolvidable noche del 3 de mayo de 2019. El serbio, con el récord de minutos disputados en unos playoffs desde 1953, estaba rendido. Se había pasado todos los tiempos extra sin apenas mirar al aro, reduciendo movimientos, dirigiendo desde sus 210 centímetros largos.
Pero la última bola fue para el Rey de Denver, que llevaba un triple-doble a sus lomos, el tercero en estos playoffs, pero al que le dolían hasta las pestañas, 64 minutos y 58 segundos a cuestas ya y camino del tope de un jugador en las eliminatorias por el anillo. De hecho, se quedó muy cerca del récord total de la NBA y dejó el tercer minutaje más alto desde la 1951-52.
Bloqueo aquí y bloqueo allá, que era lo que hacía el pívot en el tramo final, hasta que le tocó la pelota definitiva. Le hicieron falta cerca de la pintura cuando empezaba a pensar en el aro, porque con una fiera por muy herida que esté no hay que permitir que se desenvuelva en su hábitat. La zona es casa para él.
Luego, en la línea de libres, Jokic representó el sueño que quien firma ha tenido muchas y que es común a otros seres humanos. Esa pesadilla en la que mientras que el resto del mundo juega con un balón de reglamento, el tuyo pesa toneladas. Sin embargo, esto era la vida real, Jokic tenía en su ser empatar el duelo—y mandarlo a una inédita quinta prórroga—y Denver entero estaba a su antojo. A su merced. Falló el primero. Anotó el segundo.
Total, 138-137. Menos de cinco segundos y los Nuggets que no estaban en bonus. Falta rápida, pero el tiempo había volado en un par de segundos que eran décadas en ese instante. Segunda personal, ahora sí tiros libres, sobre un Seth Curry de rol secundario, que no había visitado la línea de libres en toda la noche, pero que tiró de genes, de talento, de una familia de calidad como es la de los Curry, para hacer un más que nunca vital 2/2. Y 140-137.
Denver, sin tiempos muertos, sacaba de fondo. Buscaron colgar el balón a la frontal para el triple, pero C.J. McCollum, 60 minutos y 41 puntos después, interceptaba el pase. Se acabó. Los Blazers toman la delantera, 2-1 en la serie, aunque por el impacto del choque, por el desgaste moral y físico de todos, Denver y Portland, quizá esto haya significado más que un partido de playoffs. Ha podido valer media serie.
¿Y antes?
Desde 1953, 21 de mayo concretamente, no se veía un duelo de playoffs con cuatro prórrogas. El único hasta hoy. Fue en la prehistoria de la NBA, Syracuse Nationals-Boston Celtics. Las tres prórrogas, algo más cercanas, no se daban desde 2013. Ahora, primer duelo con cuatro prórrogas en las eliminatorias por el anillo desde que se introdujo el reloj de posesión (1954-55). La Historia, con mayúsculas, estaba en Oregón, en el Moda Center, en la madrugada estadounidense, en el amanecer al otro lado del Atlántico.
¿Cómo se llegó a las cuatro prórrogas? Pues con un combate por momentos nulo, fallaba uno y fallaba otro; no tocaba aro uno, no lo tocaba el contrario; encestaba uno y encestaba otro. Parecía que uno ganaba, parcial contestado de 0-5, de 0-6. Y al revés. Parciales personalizados por C.J. McCollum, que supo dar pasos adelante cuando más lo necesitaba su escuadra, asfixiado por momentos Damian Lillard. Parciales del propio Lillard, aparición estelar para un 4-0 al inicio de la prórroga. Arreones de Jamal Murray, quien quizá no duerma hoy por lo sucedido en la tercera prórroga, que parecía la última. Denver ganaba por 127-129 y posesión. Menos de 30 segundos. Y Murray, casi en el medio campo pero en pista del rival, la pierde cuando C.J. le mete la mano. Bola para Portland, canasta para asegurar de Lillard. Esto fue el tercer tiempo extra, pero jugadas así, imprecisiones, contestaciones al acierto del enemigo, las hubo agonizando el tiempo reglamentario y en todas las prórrogas, que fueron cuatro, nunca lo olvidemos. Se hizo Historia.
En números, todo el quinteto inicial de los Blazers por encima de los 45 minutos, Maurice Harkless estaba tocado del tobillo pero se erigió en esencial cuando expiraban los 48 minutos, en una aportación clave en el tramo que sellaba el último cuarto para que luego hubiera la tonelada de prórrogas que hubo. Portland jugó con nueve jugadores, los Nuggets también, gasolina añadida de Will Barton en las prórrogas y capitán de Denver al filo de la conclusión. Porque en jornadas que no acaban, tener en tus pies apenas 30 minutos de juego suena a poco.
Son los playoffs. Hay que ahogarse si es necesario, pero juegan los que juegan. Jokic hizo 33 puntos, 18 rebotes y 14 asistencias, pero su desplome físico en las prórrogas fue el fuselaje que quizá echó de menos Mike Malone para haber sentenciado antes. Es lo que hay, todo suma, todo resta.
Días así pueden suponer el antes y el después en una serie eliminatoria. Honor a ambas franquicias, a Portland y a Denver que dieron la pelea de las peleas, sin polémicas arbitrales, sin quejas, sin otra cosa que no fuera baloncesto. Del bueno. “No sé lo que pasó en el primer cuarto, en el segundo, en el tercero. Ni en las tres prórrogas. primeras. Apareció Rodney Hood. Fue una montaña rusa”, dijo Terry Stotts. Fue todo eso y más. Fue y es la NBA.