Anny Montero días antes del suicidio: “No quiero seguir viviendo”
Santo Domingo. | «Manito, ya no puedo más, yo no quiero seguir viviendo», le había confesado entre lágrimas Anny Montero a uno de sus hermanos días antes de su aparente suicidio de un disparo en la cabeza en un baño de la Embajada de Estados Unidos en el país.
Según Melkin Montero, hermano de la víctima, quien la pasaba a recoger al trabajo todos los días y vivía con ella en una residencia, la sargento mayor de la Policía Nacional, adscrita a la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte (Digisett), tenía problemas en los últimos meses por el presunto acoso y chantaje que sufría a diario por parte de un superior.
«Ella me dijo que había cometido un error grave con el jefe suyo. Él parece que quería salir con ella pero mi hermana se le negó, y él de una forma u otra la estaba manipulando para eso», narró Montero con una voz teñida de dolor.
De igual manera, Kelvin Montero, también hermano de Anny, indicó que el de ella no fue un caso aislado, pues además de su hermana otra compañera de trabajo presuntamente había padecido de un trato similar a manos del mismo superior.
«Mi hermana me confesó que una compañera de ella allá en la embajada le paso lo mismo. El jefe la acosaba para que saliera con él. Y cuando ella se rehusó hizo que la sacaran de la Digisett».
Melkin cuenta que el viernes fue a recoger al trabajo a Anny, de 33 años, como acostumbraba a hacer todos los días, pero momentos antes de arrancar esta le pidió que esperara mientras iba al cajero del trabajo a retirar dinero para esa noche preparar un sancocho.
Sin embargo, viendo que los minutos corrían y su hermana no regresaba, Melkin se apresuró a la entrada de la embajada, presintiendo que algo malo había ocurrido. Fue entonces que se encontró con un «corre corre» y al preguntar qué estaba pasando recibió la trágica noticia.
La sargento Montero, quien tenía más de 10 años trabajando para la Digesett, y se había graduado de psicología clínica hace un año, fue definida por familiares como una mujer excepcional y bondadosa.
«Yo no tengo palabras para describir la gran persona que era mi hermana. Ella era mi amiga, mi consejera, mi confidente, yo sinceramente tengo tantas cosas buenas para describirla que no sé por dónde empezar. Para mí era la mejor persona que ha existido», así la describió Kelvin entre lágrimas y con la voz entrecortada.
Anny era la única hembra de siete hermanos oriundos de San Juan. Dejó en la orfandad a un niño de siete años.
Por: Lewis Martínez