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Jugadores a las puertas de su primer All-Star

Al Hecho. | Verano (‘con lo agosto que estaba‘, frase tonta del mes). Ratitos de vaticinio. De esos que no conducen a nada… o quizás sí. En este caso, a pesar de tratarse de una cábala individual, puede darnos algunas pistas colectivas. Variables en potencia que, de inicio, no suelen tenerse tan en cuenta a la hora de enumerar los equipos punteros, limitándonos, por defecto, a las estrellas consagradas.

Porque All-Star los hay de dos clases: los teleológicos y los estadísticos.

Los teleológicos son los genuinos; aquellos por quienes nació realmente esta noche de estrellas reconvertida en sano (y tedioso a veces) entertaiment.

Pues… ¿de qué va esto al fin y al cabo? De lo de siempre, claro. ¿O no, Luis? Ganar, ganar y ganar. Y eso, tanto en la NBA como casi en cualquier deporte de equipo, se puede contribuir –desde el plano individual– de muchas maneras. Aunque a menudo (gracias al Sabermetrics cada vez menos), los números engañan… o no dejan pasar la luz suficiente para ver bien el fondo; por lo que toca escudriñar entre la superficie. Los teleológicos: aquellos que –con boxscore o sin él– ayudan, con soltura y en abanico, a un mejor win share.

Y luego los estadísticos. De estos creo que no hace falta decir mucho. Sus números impresionan. Su impacto, como calcetines desparejos, todavía más… en direcciones casi opuestas. Y aquí surgen las dudas legítimas del huevo y la gallina. Si despuntan con grandes números a pesar de su equipo… o a su costa.

El talentazo propio, siempre y de un modo u otro, se abre camino hacia el All-Star. De hecho y por desgracia, tiende a ser un atajo… un camino mucho más recto que el IQ en beneficio del grupo… más lento de detectar. Pero finalmente, ambos terminan por asaltar el big festival. Y aquí vamos con los que, no habiéndolo hecho nunca, aspiran al desvirgue. A su primera vez.

* Disputar el All-Star, no obstante y tengamos esto bien claro por delante, está más jodido cruento que nunca. (En algunas posiciones más que otras. Un sencillo ejemplo de ello: Chris Paul no juega uno desde 2016. Tres años seguidos en blanco. El nivel y la pugna entre los point guards… acaricia lo criminal).

Para ello hemos consultado varios portales –ESPNCBSSportscastingBleacher ReportSB Nation…– y diseñado nuestra lista propia. Un top-6 con los más probables, seguido de varias menciones de jugadores que, un peldaño por debajo, también cuentan con importantes opciones de colarse en esa lista de veinticuatro (12 por el Oeste y 12 por el Este).

1. Rudy Gobert

Las lesiones, especialmente en el primer tercio de la temporada, llevan evitando dos años lo que ya no puede aplazarse más. Rudy Gobert es el mejor pívot-no-tirador de toda la NBA. Nadie impacta y condiciona tanto el juego como él a nivel defensivo… y a cada día se afianza como un recurso más sólido y fiable plano ofensivo. Gobert formará, junto con Donovan Mitchell y Mike Conley, la triada que pretende hacer de los Jazz el aspirante agazapado de la Conferencia Oeste, sin un baloncesto de relumbrón pero extremadamente correoso y efectivo.

Los dos últimos playoffs y la creciente fama de Utah como equipo a temer, no pueden entenderse sin el center bleu. Casi 16 puntos y 13 rebotes, además de 2,3 tapones, junto con el segundo mejor Win Share de la fase regular (14,4) tras James Harden, hacen de su candidatura algo tan sólido como un chicle en la pata de un pupitre.

2. Devin Booker

¿Cómo puede ser que un jugador que promedie 26,6 puntos y 6,8 asistencias no sea All-Star? Pues jugando en un equipo sin oficio ni beneficio como los Phoenix Suns, y nadando en las peligrosas aguas del mencionado jugador estadístico, sin decidirse del todo por atreverse con el jugador teleológico que Devin Booker está destinado a ser.

Porque a Booker, como a cualquiera, le gusta ganar y le repatea perder. Y empieza a tener un máster en lo segundo (“Esto apesta”, decía el pasado noviembre tras un arranque de temporada de 2-8). Con Ricky a su vera (centrándose así de nuevo más en anotar que en crear), un mejor Ayton, un mejor Oubre y un Saric que cumpla su rol… a la mínima que el récord de los Suns sea mínimamente pasable y Booker recupere la puntería desde el triple (pasó del 38,3% al 32,6%), al escolta capaz de anotar 70 y 59 puntos sin perder la sonrisa ni sudar en demasía… le habrá llegado la hora.

El único ‘pero’, es que su rival no sólo es el mismo (aunque si, por lo que sea, los Suns llegan a febrero con balance positivo, no habrá debate; irá sí o sí), sino la enrome recua de candidatos que puebla el backcourt del Oeste: Curry, Harden, Westbrook, Paul, Lillard, DeRozan… más algunos otros que iremos viendo a continuación en esta misma lista.

Klay Thompson y su lesión dejan una vacante en el cuadrante de ‘fijos‘. Pero es eso… tan sólo es una.

3. C.J. McCollum

Damian Lillard, el eterno underrated (ya no más, 2º All-NBA Team)… ¿qué decir de C.J?

Si a Booker empieza a llegarle la hora, a McCollum empieza a pasársele el arroz. Quizás no tanto (son 27 años), pero el shooting guard de los Blazers es uno de esos jugadores que uno quisiera que se retirara a los treintaitantos con más de una nominación al All-Star. Como decíamos antes, otra víctima de la competencia feroz en su posición.

Cuatro temporadas superando de manera ininterrumpida la siempre difícil barrera de los 20 puntos, y con unos porcentajes en el tiro francamente notables… quizás algo más de aportación en otras facetas del juego (asistencias, robos, defensa…) es lo que ha privado hasta ahora a este escolta de estilo exquisito, apuntarse a la fiesta de cada mes de febrero. Sus pasados playoffs fueron espectaculares, y Portland logró plantarse por fin en unas Finales de Conferencia (4-0… pero ahí que llegaron).

El premio a muchas temporadas (especialmente la última) de rozarlo con los dedos… seguramente esté al caer.

4. Paskal Siakam

Un segunda espada. Un All-around. Un, en mi jerga, erga omnes. Un jugador que no juega de nada y juega de todo, porque cualquier espacio en cancha le sienta bien y no desentona en ninguno. Paskal Siakam es el clásico ejemplo de notables (hablemos de lo que hablemos), pero que en su caso flirtea intensamente con el sobresaliente.

La marcha de Leonard deja un solar de poder y liderazgo en Toronto que nadie puede llenar, pero corresponderá a Siakam más que a ningún otro cubrir el mayor número de recovecos posible. Vigente MIP y en un escenario tan propicio, lo normal es que el camerunés no tome ni aire entre el título a jugador más mejorado y el bordado de All-Star en el antebrazo de su chaqueta.

Los Raptors, logicae tantum, no repetirán título, pero bastará mantener un ritmo seguro en RS para que no se escape un premio a un jugador que si bien no lo recibió el pasado febrero, fue porque dárselo (en detrimento de otros y por lo desconocido que todavía era) generaba, en las altas esferas, cierta incomodidad.

5. Donovan Mitchell

Segundo jugador de Utah Jazz por derecho propio. El año pasado, la apuesta entre los más jóvenes (sophomores) eran Ben Simmons y él. El base de los 76ers logró su ticket en la repesca, en cuanto a Mitchell… backcourt del Oeste… retazos del cruce de Shibuya.

Colíder, junto con Kemba, del actual Team USA que peleará por por el oro en China, el crecimiento del escolta se mide casi en vertical desde su aterrizaje en la NBA. Descarado, pasional, técnico, fino, agresivo y tenaz… Mitchell tiene ese ‘algo’ que hace de él un jugador especial. Ese don que, sin presumir del mejor tiro del mundo, algo te empuja a confiar y depositar el balón en sus manos cuando la grada ruge y el marcador quema.

Pasado mañana cumple los 23… como los puntos que promedia en Liga… mentira, va retrasado (23,8)… y todo hace pensar que podrá aguantar este paralelismo anotador por varias temporadas. Este curso, con Mike Conley a su verá y entrando en su tercer año (el clásico de la consolidación), estamos en ciernes de disfrutar de una bestia de de apenas 191 centímetros.

6. Jayson Tatum

De Boston (a diferencia de Utah) sólo me cabía una incorporación, y entre la rudeza de Jaylen Brown y el estilo Mamba de Tatum en ataque… me rindo al segundo. Sólo por el techo. Sólo por el potencial. Sólo por ese año rookie que nos dejó con la boca abierta y la baba colgando en un hilillo. Tatum tiene clase para dar y reventar. Y eso no es una sorpresa para nadie.

Con el recambio de Walker por Irving, a pesar de ser ambos jugadores con bastante inclinación al lucimiento individual, algo me dice que el ex de los Hornets llega más dispuesto a compartir pelota y clutch scenes, en lo que será un juego más sinérgico y equilibrado que el que hemos presenciado en esta última e irregular temporada.

También con la salida de Horford, es a Tatum y Brown a quienes corresponde dar otro paso adelante para liderar, ya sí, la vanguardia de un equipo al que no le van a arrancar tan fácil la vitola de aspirante. En un segundo año ‘gris’, Tatum ha promediado 15,7 puntos y 6 rebotes con un 45% en TC (buen porcentaje) y un 37,3% en triples, el cuál, si bien queda lejos de la burrada que hizo como novato (43,4%), sigue estando casi dos puntos por encima de la media liguera.

Ni siquiera uno entero… al forward de los Celtics le basta medio paso adelante para ser All-Star. La vacante dejada por Kawhi Leonard con su marcha a los Clippers (y, por ende, al Oeste) debería ser suya.

Diez menciones

  • Jamal Murray: el eje de los Nuggets en su segmento de entrada con Jokic en el de salida. El temporadón del curso pasado puede tener su momento de cosecha en el que está por arrancar. El base canadiense acabó pisando fuerte, y en su cuarto año en la Liga, y si en Colorado aguantan el tirón en forma de fichajazos que ha hecho el resto de la Conferencia, Murray puede ver por fin reflejada esa tenacidad colectiva en forma de agasajo individual.
  • De’Aaron Fox: se cayó de la lista del Team USA en el último instante y es una pena, porque apetecía ver de lo que era capaz el rapidísimo ‘1’ de los Kings cubriéndole las espaldas a Kemba. Este año ha peleado por el MIP con todas las de la ley (17,3 puntos y 7,3 asistencias). Si por enero en Sacramento permanecen en la zona templada de la clasificación, muchos ojos mirarán hacia Fox desde la más pura legitimidad.
  • Tobias Harris: tiene un contrato de 180 millones de dólares; uno diría que si rinde al nivel de lo que va a cobrar, sería titular en el All-Star. La partida de Butler debería motivar a Harris para ofrecernos, una vez más, la pepino-versión que vimos en los Clippers. Tercer vértice del triángulo ofensivo (por nombres, no por sistema) que dará identidad a los 76ers este curso –y aprovechando el IQ superlativo de Horford para hacer su vida más fácil fuera de la pintura y penetrando en ella–, a Harris le sobran razones y le faltan excusas para no verle en febrero representando al Este.
  • Jaylen Brown: apostamos por Tatum, porque imaginar a tres Celtics (Kemba y él) roza la avaricia. Pero… seguro que él no está muy de acuerdo. Su argumento de two-way player que tan bien visto está en la NBA actual, es su mejor baza para convencer.
  • Mike Conley: si en Boston no vale, ¿por qué en Utah sí? Porque el ex de los Grizzlies lleva demasiadas temporadas soportando el “sí, pero es que…”. Adalid como el que más del grit&grind, viene, lesiones olvidadas, de ser el faro de Memphis en mitad un estanque sumido en la penumbra. 21,1 puntos… plusmarca profesional. ¿A la 13ª (temporada) irá la vencida?
  • Luka Doncic: sólo por casos como el de Conley (el premio a una trayectoria) unido a la feroz competencia en un perímetro, el del Oeste, de ensueño, pueden privar, como jugador de segundo año, lo que más de uno exigió sin timidez en su primero. Doncic es NBA y NBA es Doncic. La marcha de Dallas en la tabla y su conexión con Porzingis, serán resolutivas a la hora de hacer corpóreas las pocas opciones que tiene el esloveno de irrumpir en la noche de las estrellas.
  • Trae Young: su segundo tramo de temporada es lo que hace estar aquí, y sus locuras desde el triple en la NCAA, lo que empuja a pensar en un ejercicio sophomore mucho más descollante desde el tiro. ¿Jugar en el Este?, su mayor ventaja. Su máximo inconveniente, lo conocemos a continuación.
  • John Collins: impensable imaginar dos representantes de los Hawks, un conjunto llamado a la zona media-baja del Este, en el All-Star. Y Collins a vista de pájaro, aporta en más ventanas y de manera más regular al juego de su equipo que Young. No obstante, si hay una plaza en Atlanta, ambos se la pelearán de poder a poder, con el equipo mismo (a Young le encanta pasar el balón) como el primer beneficiado de ello.
  • Eric Bledsoe: hay muchas ganas de colocar a los Miwaukee Bucks en la peana de favoritos a convertirse en la única alternativa del Este (Embiid se ríe), y recurrente amenaza para que el Oeste deje de acumular entorchados. Antetokounmpo y Middleton no son suficientes. Su tramo final de temporada rememoró a aquel que reventaba partidos en Los Ángeles cada vez que salía a sustituir a Chris Paul. 29 años. Ahora o nunca.
  • Aaron Gordon: ¿me he venido arriba? No lo sé. Quizás me haya precipitado, pero algo me dice que podemos estar ante el año de máxima eclosión del tweener de los Orlando Magic.

Se quedan fuera… por poco

Steven Adams y Clint Capela en el campo de los pívots, aunque el primero puede que tenga mucho que decir con la salida de George y la llegada de un socio ideal en el juego aéreo y el pase y continuación como Chris Paul.

La pólvora exterior sin galardón la encarnan jugadores con una facilidad inusitada para anotar y/o generar, pero que carecen de ese ‘plus’ para estar en la lista anterior. Zach LaVine, Eric Gordon, Otto Porter Jr., Tim Hardaway Jr., Kyle Kuzma, Brandon Ingram… Andrew Wiggins.

Al de los T-Wolves he puesto el último porque aún es estiu, por las risas y el chiste fácil… pero porque también (y todavía) creo en él. Horchata in his veins pendiente de que algo o alguien las derrita.

¡Ah!… casi se me pasa. Zion Williamson… ¿del Draft al All-Star? Once casos encarnan la utopía: Blake Griffin, Yao Ming, Tim Duncan, Grant Hill, Shaquille O’Neal, Dikembe Mutombo, David Robinson, Kareem Abdul-Jabbar, Jerry West, Bob Cousy y Michael Jordan.

Uno más y completamos la docena.

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