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Juncker: “España tiene que recuperar la estabilidad política”

Al Hecho. | El último protagonista en activo de la creación del euro, del mercado único y de la zona Schengen abandona la escena política europea tras más de cuatro décadas en primera fila. “Durante 25 años fui siempre el más joven de todos, como ministro, como primer ministro. Y ahora soy el veterano”, bromea Jean-Claude Juncker (Luxemburgo, 1954), presidente de la Comisión Europea, durante una entrevista en exclusiva con El PAÍS en su despacho de la decimotercera planta del edificio Berlaymont en Bruselas.

El pasado le envuelve, aunque no se le aprecia un ápice de nostalgia ante el fin de un mandato que concluye el 31 de octubre. El cansancio aflora pero sin resquemor aparente después de un lustro de tremebundas crisis (desde Grecia y el Brexit a un millón de refugiados sirios) en las que, a menudo, las miradas acusadoras se han vuelto hacia su Comisión para buscar un responsable.

Solo teme que la nueva generación de líderes olvide las lecciones del pasado. «Miren la periferia de Europa y verán el peligro que entraña el estúpido nacionalismo. No es un fenómeno del pasado. Ningún gobernante debería olvidar la historia de Europa, que puede volver de manera inmediata. Ahora nadie ve posible una guerra entre socios de la UE, pero más vale estar en guardia».

España va a celebrar las cuartas elecciones en cuatro años, tal vez un récord mundial entre las democracias.

¿Saben cómo se llama eso? Hiperdemocracia.

¿Le preocupa?

Me preocupan las dificultades políticas que vemos en varios países de la UE, entre ellos España. Estoy convencido de que España tiene que recuperar la estabilidad. Por lo demás se trata de un proceso democrático y eso no se puede criticar. España estuvo mucho tiempo sin democracia así que no me voy a quejar ahora que la tiene.

Se suponía que España iba a ser uno de los pilares de la nueva fase de construcción de Europa, junto a Francia y Alemania. Ese plan parece estar en el aire.

No me toca hacer recomendaciones a España. Pero me gustaría que volviese a la normalidad, a la estabilidad. No hay que olvidar, aunque no me guste hablar de países grandes y pequeños, que España no es precisamente pequeña.

España era uno de los pocos países donde no habían surgido formaciones políticas euroescépticas o de extrema derecha. La irrupción de Vox parece haber puesto fin a esa excepción. ¿Es inevitable?

Me inquieta mucho. No tanto el populismo como el riesgo de que las familias políticas asuman las tesis populistas y acaben alimentándolo. Y si se vuelven también populistas, al final la gente vota por el original, no por las copias. Los euroescépticos no me preocupan tanto, porque plantean las preguntas correctas aunque proporcionen las respuestas equivocadas. Yo mismo lo soy, al menos dos veces al día.

Un factor de inestabilidad añadido ha sido la crisis en Cataluña. Los políticos encarcelados esperan una sentencia inminente.

No voy a comentar los procedimientos judiciales en marcha en España. Pero no estoy a favor de un nacionalismo estúpido, porque no lleva a ninguna parte. Esto no es un comentario contra Cataluña, a la que respeto tal como es ahora. Pero Europa es un continente pequeño, que está perdiendo importancia económica y demográficamente. Ahora es el 25% del PIB del planeta pero en unos años será el 15% o el 16%. Y a principios del siglo XX éramos el 25% de la población mundial y ahora somos el 7% y a final de siglo será el 4%. Así que no es el momento de reagrupamientos nacionalistas, sino de unir a los pueblos.

Los líderes independentistas esperaban una suerte de mediación por su parte.

La desaceleración no se debe a razones económicas, sino que es culpa de los políticos”

A mí no me corresponde mediar en cuestiones nacionales. Nunca interferí porque considero que era una cuestión el Estado español debía de gestionar y sobre la cual la Comisión no debía interferir.

El 31 de octubre deja la Comisión. Y ese mismo día está prevista la salida del Reino Unido de la UE. ¿Qué ha provocado la primera ruptura del club en 60 años?

Es un momento trágico para Europa, que va en contra del sentido de la historia y en contra del espíritu de Churchill, que en su día abogo por unos Estados Unidos de Europa. A mí no me sorprendió el resultado del referéndum. Si llevas 40 o 45 años diciendo a la gente que la unión política es una estupidez federalista y que basta con tener un mercado común, es normal que una parte de la población acabe creyéndoselo. A eso se añadió una campaña de mentiras y fake news. En la Comisión decidimos no intervenir, a petición de David Cameron, y fue un gran error.

¿Ve posibilidad de alcanzar un acuerdo con Londres para evitar un Brexit brutal el mes que viene?

Creo que tenemos todavía posibilidad de llegar a un acuerdo. La reunión con Boris Johnson [primer ministro británico] del lunes pasado fue constructiva y, en parte, positiva. Yo no abogo, en absoluto, por la salida sin acuerdo. No favorece a nadie, ni a Reino Unido ni a la UE.

¿El acuerdo posible del que habla es con o sin salvaguarda para la frontera irlandesa?

La salvaguarda o backstop no es importante en sí misma. Lo importante es lo que consigue: preservar la integridad del mercado europeo, mantener los acuerdos de paz del Viernes Santo y garantizar una competencia en igualdad de condiciones en los temas pactados. Lo importante, como le expliqué a Johnson, es conseguir esos objetivos aunque sea por medios alternativos.

¿Cree que Johnson desea el acuerdo o solo está ganando tiempo en su carrera hacia el Brexit y hacia unas elecciones?

No, no. No comparto la idea de quienes piensan que Johnson está jugando con nosotros y consigo mismo. Creo que está tratando de buscar un acuerdo aceptable tanto para el Parlamento británico como para el Parlamento Europeo.

Usted logró una tregua con Donald Trump que ha evitado, de momento, una guerra comercial con EE UU. ¿Cree que aguantará ese acuerdo cuando abandone usted la presidencia?

No lo sé. Me gustaría que ambas partes mantuviéramos el acuerdo logrado en julio de 2018, porque la amenaza de una guerra comercial entre Europa y EE UU era un profundo perjuicio para el crecimiento mundial. Por lo demás, tengo excelentes relaciones con Donald Trump, a quien respeto porque es el presidente elegido por una de las naciones más grandes e influyentes del mundo.

A pesar de su pacto de no agresión con Trump, la economía mundial se ralentiza.

Pero el debilitamiento económico es culpa de los propios políticos. Es una crisis autoprovocada. No tiene sentido que los políticos maten las posibilidades de crecimiento. La disputa entre China y EE UU está dañando la economía mundial. Sin eso, la situación económica no sería mala. La desaceleración no es por razones económicas, sino políticas.

¿Cree que la zona euro está preparada para la nueva sacudida?

Estamos mejor preparados que la última vez. Yo era entonces presidente del Eurogrupo y la verdad es que no estábamos suficientemente preparados. En 2007 y 2008, por decirlo así, se nos quemó el avión. Ahora el avión está reparado.

La solución para el reparto de inmigrantes es la solidaridad entre los países de la UE”

Pero sin presupuesto de la zona euro, sin seguro europeo de desempleo…

Si se hubiera aceptado mi propuesta de incluir el presupuesto de la zona euro dentro del de la UE, ya lo tendríamos. Pero algunos se empeñaron en sacarlo fuera. Y el principio del salario mínimo se aceptó en la cumbre de Gotemburgo en 2017. También hemos revisado la directiva de trabajadores desplazados, para combatir el dumping salarial. Y hemos mejorado la conciliación laboral con una directiva que amplía los días libres para quienes deben hacerse cargo de sus familias.

¿La política común de asilo y migración sigue siendo la gran asignatura pendiente?

Nosotros hemos hecho nuestras propuestas para un reparto de refugiados entre todos los países. Esas propuestas fueron aprobadas por el Consejo de Ministros de Justicia e Interior en septiembre de 2015 pero no todos los estados miembros las han aplicado. De modo que el conflicto es entre los países que aplican las normas y los que no, como Hungría o Polonia. Creo que la propuesta de la Comisión era la respuesta correcta a una cuestión compleja. Todos los países europeos deben actuar juntos de forma solidaria, y no dejar a España, Malta, Grecia o Italia que lidien con este problema. La solución es la solidaridad.

 

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